Llega Navidad y apetece comer gambas, langostas o cualquier tipo de animalito de esas características. Aquí en el Chad, aunque el mar nos quede muy lejos, el comercio exterior sea muy limitado y la falta de electricidad no permita los alimentos congelados también comemos gambas por navidad.
Bueno, gambas, gambas…lo que se dice gambas no, pero sí algo parecido.
Una de las muchas cosas diferentes de Chad y Europa es que no se encuentran todos los alimentos en todas las épocas del año. Esta circunstancia nos permite aprovechar las cosas propias de cada estación, es decir hay una estación en la que es imposible encontrar una sola pieza de fruta, mientras que hay otra en la que sólo podrías alimentarte de mangos, en otra se comen espinacas y maíz pero encontrar lechuga es difícil, tras la época de lluvias los huevos son escasos y carísimos, y en cambio hay otras cosas igualmente buenas. Se trata solo de ver qué da la tierra en ese momento, adaptarse y disfrutar de cada cosa.
Así pues ahora estamos en plena época de comer saltamontes, algo que siempre se rechaza cuando se desconoce hasta que un día alguien te los ofrece y dices: “¿por qué no?”
Riquísimos cuando están bien asados, crujientes y con un poco de limón y picante.
Para los niños es esta época un momento muy especial, pues nada más se quedan libres al terminar el colegio o el trabajo salen corriendo a los campos a buscarse unos saltamontes o “criquet” como dirían ellos, para asarlos y tomarse un aperitivo entre comidas. Las desbandadas para coger saltamontes han llegado a tal punto en el Centro que nos ha tocado poner un momento en el horario para coger los saltamontes y cocinarlos pues los niños comenzaban a saltarse el colegio y el trabajo para coger insectos. Una mañana de sábado notamos un silencio en el centro que no era normal, de pronto sentimos que estábamos solos. El trabajo de limpieza de sábado se había parado completamente para coger criquet. Por la noche nos tocó castigarlos sin película y a la mañana siguiente hubo quien hizo teatro diciendo que el saltamontes de su barriga les había dado el castigo y también la reflexión de no volver a desobedecer.
Entre el placer de saborear las cosas buenas y la diversión de ver quién encuentra más saltamontes también el Centro Educativo Charles Lwanga aprovecha para realizar la labor educativa que tiene por misión.
Con una buena brocheta lista para cocinar os despedimos desde Bayaka.
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