Los Fantasmas de Bayaka

Si vienes a Bayaka podrás encontrar que cada niño guarda en su cuarto un palo de madera bien robusto. No se trata de ningún instrumento de trabajo sino de un requisito imprescindible para dormir tranquilo. Extrañado te preguntarás que a qué se debe, y es que en nuestro centro tenemos unos árboles enormes que en las noches de luna llena producen grandes sombras.
Hace unas noches, Haï que es uno de los más pequeños salió del cuarto a orinar y confundió una de esas sombras con un fantasma. Comenzó a gritar y todos a una salieron del cuarto a por el fantasma. Como en esa ocasión les cogió desprevenidos a la mañana siguiente todos prepararon un palo por si el fantasma se decidía a volver alguna que otra noche.
Lo mejor de esta historia es cuando los más grandes, de entre catorce y quince años, nos lo contaban a la mañana siguiente con todos los detalles del que ha visto con sus propios ojos al fantasma de Bayaka.
¿Cómo era el fantasma de Bayaka? (según los niños) Era grande grande, vestido con un traje blanco como el del obispo y que movía las manos como el obispo cuando bendecía el centro el día de la inauguración, y con la otra mano realizaba movimientos para llamar a los niños.
A parte de reírnos mientras les preguntábamos los detalles del fantasma conocimos que para ellos la idea de los espíritus de la noche, de las maldiciones, de los que quieren hacerles daño etc. no es algo de las películas o los cuentos, sino que forma parte de la educación y creencias que han recibido.
No podemos dejar de reírnos cada vez que recordamos la historia del fantasma de Bayaka, pues es increíble como la mente de los niños modificó la imagen del obispo para convertirla en fantasma.
Además de usar los palos para leña, hoy nos toca cambiar una realidad que sólo muchas dosis de educación puede invertir.