viernes, 27 de enero de 2012

Sembrando flores en África


Aún no hemos llegado a Kelo y nuestros padres, después de pasar un mes en Chad, ya están en Mollina. Hace poco que llegaron con miedo a cómo sería África, ese país tan empobrecido del que tanto les habíamos hablado, qué tal iría el tema de los mosquitos o las comidas del país. También llegaron cargados de una Navidad ambulante. Cartas, fotos y detalles de muchos de vosotros que nos sostenéis desde la distancia con vuestras colaboraciones y mensajes de ánimo. Ha sido genial ese momento de leer todas vuestras palabras cargadas de fuerza. No podríamos olvidar otros regalitos que siempre llegan y que también permiten que sigamos aquí realizando nuestra misión, es ese jamoncillo, o esos mantecados, que aún sudando, nos hemos comido fieles a nuestra tradición navideña. Como no, esos momentos vividos en familia aquí en tierras chadianos con nuestro vino dulce de Mollina. Cuantos recuerdos de fiestas y amigos junto a ese vino. No podríamos dejar atrás tampoco los molletes que se colaron en la maleta o esas comidas que no nos dio tiempo a aprender antes de venirnos y que vuelves a saborear como la porra, el gazpachuelo o las croquetas. En definitiva, que hemos podido gustar esas cosas tan nuestras que también te alegran la vida aunque los saltamontes nos encanten.

Podrías pensar ¡qué comilones son! Pero no solo nos hemos dedicado a la cocina.

Como todo el que llega a tierras de misión quiere ayudar y dejar lo mejor de sí. Para esta ocasión compramos más de cincuenta plantas con las que hemos hecho unos jardines para el centro. Para los chadianos ha sido asombroso ver a nuestros padres cavando la tierra, colocando piedras y sudando. Se preguntaban, ¿por qué los poníamos a trabajar en lugar de dejarlos descansando? ¿Cómo hacerles entender que ellos solo pedían no estar parados? Al principio su labor no fue del todo reconocida entre los niños, pues para ellos una flor no sirve para nada porque no te produce nada comestible. Cuando vieron el trabajo terminado, empezaron a disfrutarlo y a expresar su admiración. Ahora cada uno se hizo responsable de una zona y cada día, bien temprano, comienzan a regar las plantas que Antonio y Pilar les sembraron. Quizá sirva para poco o quizá sirva para mucho. No lo sabemos. De lo que si estamos convencidos es de que habrá sido bueno que aprendan a estar atentos, a cuidar y a recrearse con la belleza de una flor, además de recibir el cariño que nuestros padres pusieron cuando decoraban nuestro Centro.

Con su visita volvimos a redescubrir este país. Y es que cuando ya llevas un tiempo te acostumbras a las cosas. Las buenas no eres capaz de vivirlas con la novedad del primer tiempo y de las malas ya empiezas a decir “eso es que ha sido siempre así, difícilmente cambiará”. Bajo la expresión de “osú, muchachos” fuimos posando nuestras miradas de nuevo en los coches cargados el doble de su altura, las casas amuebladas con nada, el duro peso que las mujeres cargan en sus cabezas o ese cielo colmado de estrellas hasta más no podemos.

Los niños quedaron contentos con vuestra presencia, en especial con tantas caricias, abrazos, gestos de cariño y juegos con palabras en francés y español como encontraron en este último mes, y solo necesitaron un par de días para perder el miedo a gritar Antonio o Pilar a cualquier hora del día. Para nuestros padres sabemos que se han convertido en unos enganCHADos a esta misión, aún más si cabe, y que parte de su corazón se ha quedado aquí en África. A su llegada nos preguntábamos como se adaptarían al clima, las comidas, las dificultades etc. Ahora nos preguntamos cómo se adaptaran a vivir sin que continuamente haya al menos cinco de estos pequeñajos alrededor suya y a la espontaneidad que te ofrece Chad donde no se puede programar nada de lo que harás en el instante siguiente.

Gracias por llenarnos la despensa, las pilas y el corazón para continuar nuestra misión con la certeza de que es la mejor de las opciones que hemos tomado.

martes, 17 de enero de 2012

Los embajadores de EEUU visitan Bayaka

El miércoles pasado nos visitaba el embajador de EEUU en Chad y su esposa. El objetivo de la visita era conocer el Centro para ver si hay posibilidad de colaborar con nosotros en la financiación.

Durante su visita tuvieron la oportunidad de ver a los niños en plena tarea, unos estaban en el refuerzo escolar de la tarde, otros en su turno de lavado, los más pequeños regando el semillero de mangos y los más grandes en los talleres profesionales.

Sólo una media hora de visita en la que pudimos explicarle que nuestra misión es acoger a los niños que sufren peores condiciones de vida y ofrecerles una familia, una alfabetización, unos valores humanos y una formación profesional para que en el futuro puedan desenvolverse por ellos mismos sin que el hecho de haber tenido una infancia difícil les deje huella. Junto a esto le contamos como cada una de nuestras acciones y actividades, desde la más grande hasta la más pequeña es válida si sirve para la meta final: hacer de estos niños personas honestas y trabajadoras capaces de desarrollar su propio país.

Su presencia fue agradable por el interés que mostraron en el proyecto. Más allá del cargo que representan en el país, lo más importante es que son gente sensible a la realidad de los niños chadianos y están interesados en hacer todo lo posible por cambiarla. Nos expresaban que el proyecto de Bayaka es único en el país y merece que se apoye el trabajo tan importante que se está haciendo.

La visita terminaba con el regalo de una de las niñas que le entregaba una “natte”,un paño circular hecho con lanas que sirve para cubrir la bandeja con la comida. La esposa del embajador expresaba su profundo agradecimiento por el detalle repitiendo muchas veces “gracias, gracias, gracias”

Si preguntas a los niños por los embajadores de EEUU te responderán que son personas que dicen “gracias, gracias, gracias”.

miércoles, 11 de enero de 2012

¡Qué cinco patas 'pa' un banco!

Armand (dcha), Singso (izq) y Babo (centro de la foto con una sola pierna). Armando, Singso y Babo son los últimos que han llegado al Centro y además son los más pequeños. Aún no están del todo inmersos en la actividad del día a día , disfrutan muchísimo las actividades lúdicas como el cine, el baile, las manualidades, el fútbol o las comidas extras pero cuando llega el momento de hacer un poco de trabajo no es lo que más les gusta. Mientras los más grandes están aprendiendo a hacer el huerto, hacen las planchas para sembrar, preparan las semillas, las trasplantan o riegan, ellos se dedican a saltar felizmente de un rincón a otro del recinto. Esto perturbaba mucho a los espíritus inquietos que tras un año de trabajo ya comienzan a serenarse. Es por esto que decidimos que en la hora de trabajo en el huerto Armando, Singso y Babo estuviesen en la cocina pelando los cacahuetes para cocinar.


Si el primer trabajo les gustaba poco, qué decir del segundo, pues
aquí ya no podían correr. Este momento comienza siempre por un poco de
ejercicio de nuestra parte, pues los pequeñajos se esconden, se suben
a los árboles o corren hasta que los pillamos. Una vez delante de los
cacahuetes se comen tres de cada cinco que pelan y el rato que están
allí quietos están enfadadísimos. EL francés que conocen es el que han
aprendido en los tres meses que llevan en el centro de ahí que no
resulte difícil imaginar la gracia que pueden tener sus
conversaciones. En primer lugar se enfadan con todos los que abandonan
el trabajo del huerto para ir a beber agua, se quejan si alguno se
encuentra enfermo ese día y empiezan a gritarle que delante de la
comida se les quitará la enfermedad. Se quejan de nosotros dos por
hacerlos trabajar y dicen que los blancos seríamos incapaces de pelar
cacahuetes como ellos tres juntos, aprovechan cualquiera que pasa por
allí para saludarlo y decirle que pese a lo que digan los otros ellos
trabajan más que nadie. Tras una jornada así de intensa, al escuchar
la campana salen corriendo con los bolsillos llenos de cacahuetes.
La alegría de estos tres pequeños, el cariño que nos dan, la gracia
incluso para protestar por el trabajo nos permite pasar un rato de
alegría en medio de la mañana.


Si todos los pequeños esfuerzos hacen realidad la familia de Bayaka,
también su pequeño trabajo cuenta, así como su sonrisa continua que
nos ayuda a afrontar la realidad con otra mirada. Estas 5 patas seguro que daran mucho que hablar…