En un país como Chad en el que las dificultades para alimentarse y las condiciones de vida son tan adversas, estar dispuesto para trabajar y sentir gusto por hacer las cosas bien hechas ya es haber recibido una gran herencia. Así se pensó al principio y nosotros estamos convencidos de ello al máximo. Por esta razón, cada día los niños tienen un momento de estudio, otro de ocio y otro de trabajo. Para estos espíritus libres y aventureros, acostumbrados a vagar por las calles de su ciudad sin otro rumbo que buscarse la vida de la mejor manera que cada día se presente, resulta difícil acostumbrarse a un trabajo fijo con el que no vas a encontrar una recompensa inmediata. Sin desanimarse, pero sí con momentos de dificultad, cada día les transmitimos los valores del trabajo y el placer que se tiene cuando un trabajo está bien hecho. Como estrategia para conseguir este fin les animamos a repetir cada día: “yo estoy listo para trabajar”. Una fórmula que a fuerza de repetirse creeremos que cambiará la expresión: “ je ne travaille pas” Ya se han recogido los cacahuetes que se sembraron. Ahora hay que ponerlos a secar al sol antes de poder utilizarlos para hacer aceite o tostarlos para las salsas de la bola. Extendidos a pleno sol un montón de cacahuetes se convierten en tentación insostenible para los niños, que al no poder resistirse comienzan a ingeniárselas para llenarse los bolsillos de cacahuetes que se comerán a escondidas. Este año para evitar esos problemas hemos decidido extenderlos al sol en el patio de nuestra casa. De esta manera, cada tarde hay que recogerlos y guardarlos en los sacos a la cubierta de la humedad de la noche. Resulta gracioso ver como a las 17:00h se amontonan los niños junto a la verja de casa “listos para trabajar” porque al final de su trabajo recibirán un puñado de cacahuetes.
miércoles, 3 de octubre de 2012
¡Listos para trabajar!
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