Dos tardes a la semana, tras el estudio los niños esperan con ganas el momento de encontrar los juegos.
Son juegos que han llegado del extranjero y que ni mejores ni peores, aportan cosas diferentes a lo que los niños están acostumbrados a jugar. A veces se piensa que los niños de África no tienen juguetes, y claro que no tienen juguetes de los nuestros que necesitan pilas y a los que no se puede jugar en la tierra, pero la naturaleza unida a la gran imaginación que tienen les permiten crear otras maneras distintas de jugar. Toda una novedad y hasta un momento de enfadarse cuando sacábamos los juegos el primer año que los niños llegaron al centro. Entender las reglas de un juego, no poder pelearse o insultarse si habías perdido y no poderte llevar las fichas en el bolsillo eran cosas totalmente incomprensibles. Tras dos años de mucha formación los niños comienzan a disfrutar jugando, han entendido que los juegos tienen que cuidarlos y dejarlos bien para que los niños que vendrán detrás puedan jugar también y que para divertirse jugando no te debes de enfadar.
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