domingo, 11 de septiembre de 2011

Así fue el verano




Hola enganCHADos

¿Qué tal? ¿Cómo estáis? Nosotros bien, o cada día mejor. Aunque no hayamos dado señales de vida no hemos estado perdidos, ni parados, ni de vacaciones. No. Este tiempo de aparente ausencia podríamos decir que hemos estado todavía más empeñados en nuestra misión tanto nosotros aquí como nuestros amigos de España y el extranjero, los que pudieron visitarnos en estos meses como los que desde ahí trabajáis por los niños. Así mismo podemos decir que se grabó el primer disco a favor del proyecto de niños de la calle de Kelo gracias a los coros parroquiales de Mollina y Humilladero, se concedió el 1% de la Asociación Scout de España (ASDE) para la creación de un huerto escolar y zona de árboles frutales, y se recaudaron fondos de los diferentes premios por las actividades lúdicas de la feria de Mollina. Un autentico movimiento a favor de esta misión que cada día es más sensible a más gente en todo el mundo.

Aquí en Chad, en Kelo, en Bayaka estamos pasando la época de lluvias, y junto a los grandes chaparrones, relámpagos y truenos de película, la humedad del ambiente te sigue recordando que estás en África, con un poco menos de calor pero sigues estando en el mismo continente. Poco a poco irá entrando la estación más agradable para estar aquí, el invierno en el que llegaremos a vivir a unos 18 – 20 grados para poder dormir algo más frescos que el resto del año y prepararse para la estación seca que siempre amenaza.

Este año la época de lluvias se ha hecho rogar porque estábamos ya en Junio cuando aun no había caído ni gota, un desastre para un pueblo que vive de la única estación en la que puede cultivar todo lo que comerá durante el año. Con paciencia y gracias a Dios, aunque tarde la lluvia ha llegado a Kelo, en otras regiones de Chad no y el invierno será muy, muy difícil, la sequía que puede hayáis oído en Somalia o Sudan, puede que también llegue por aquí en las regiones del norte y este del país, pero bueno, seguramente de lo único que se hablara de África por allí será de Kaddafi y de la crisis de Libia, etc.…


LOS NIÑOS TAMBIÉN SE FUERON DE VACACIONES

Llegó junio y el calor se hacía insoportable, las lluvias no llegaban y el cansancio comenzaba a dejar trazas en la entrega. El centro necesitaba algunas reformas y el trabajo con los niños pedía evaluar si los objetivos eran los acertados o no. Así fue como encontramos algo de vacaciones para todos. Gestionar las “grandes vacaciones” entre niños que no tienen a nadie y que viven en puntos geográficos tan distantes y tan mal comunicados sigue siendo una odisea en este país. En el transcurso de una semana todos estaban en sus casas, en las de algún abuelo/a o tío/a.

En ese momento pensamos que había llegado el merecido descanso después del trabajo de todo un año. Sólo unos días para levantarnos un poco más tarde, quedarnos hasta la media noche viendo la luna y las estrellas y sentir que Bayaka por unos días no era un hervidero de niños.

Como digo sólo unos días pues aunque intentamos dar vacaciones a todo el personal las 12 Ha de cultivo nos pidieron mucho tiempo por ser la primera vez que se cultivaban, era necesario preparar ese terreno y cultivarlo para ver las posibilidades de producción, que el terreno este año fuera rodando para poder hacer una buena cosecha en próximos años. Así algunos días nos juntamos hasta con 70 trabajadores para desenraizar el terreno y quitar las malas hierbas.

En el mes de Julio ya recibimos las primeras llamadas de los niños que pedían volver al Centro. Algunos no habían comido en días, otros seguían durmiendo en la calle, y la mayoría los familiares los habían utilizado para que trabajaran sus campos. Ante esa realidad, nos vimos forzados a acortar ese periodo de vacaciones a solo el mes de Julio y volver a comenzar el curso desde Agosto.

Organizamos de nuevo la recogida, ahora contando con que las primeras lluvias ya habían caído y los caminos estaban embarrados hasta arriba. Como siempre nos valimos de los curas, monjas y otras ocasiones de transporte para evitar ir hasta los puntos más lejanos. En una semana se pudieron hacer todos los desplazamientos y el domingo después de misa nos vimos en Laï. El reencuentro fue una alegría, los niños estaban contentísimos de volver a Bayaka, la mayoría venían más delgados y preguntaban porqué habían sido tan largas las vacaciones. Para ellos no había sido un tiempo favorable, pues en sus poblados, donde aún no se ha recogido la cosecha el final del granero es muy duro, significa comer una vez al día o incluso cada dos días. Tampoco las vacaciones había sido ocasión para que alguien les comprara unas chanclas, una ropa nueva o un simple jabón para lavarse. Y como siempre hay quien se aprovecha de los más indefensos, allí estaban los tres de Dono Manga que el chofer que los había llevado hasta Laí les había retenido su saco hasta que pagaran tres mil francos cada uno. Una suma impensable para ellos que nos tocó pagar a nosotros, pues aunque sola era una vieja prenda de repuesto significaba todo lo que eran y tenían entre sus posesiones.

Nos montamos en el coche y les dimos una bolsa de pepinos, cacahuetes, algo de pan y agua para el camino. Sólo esto y ya se ven sus sonrisas. En pocos segundos parecían haber olvidado lo vivido en el mes de vacaciones, pues el camino lleno de barro que los fue poniendo aún más sucios de lo que estaban fue una autentica fiesta. Hora y media de camino haciendo muchos malabares para no tener problemas con el coche cargado de niños en medio de todo el barro. Un grito y un aplauso culmina la fiesta cuando al fin entramos en Bayaka.

Momentos como estos te recuerdan que nuestra misión es sólo ser y estar para que ellos lleguen a ser.

KURMA Y NDENGSI

Para Kurma y Ndegsi la suerte fue otra, pues antes de finalizar el curso el más pequeño de los dos hermanos, Kurma nos proponía quedarse con nosotros en vacaciones, pues si no lo hacíamos así volvería a dormir en la calle que era algo que ya no lo era tan divertido. Su comportamiento en el centro no había sido nada ejemplar, es más en los últimos meses nos costó mucho que nos obedeciera y respetara pero… ante esas palabras de un niño que con dificultad alcanza los 10 años no pudieron menos que reblandecernos. Acogerlo significaba un esfuerzo por parte de las cinco familias que vivimos aquí pues ya no estarían las cocineras, no habría escuela ni tampoco las actividades normales del horario. Para este servicio se prestó Andrés, un hombre grande que es todo corazón. Él lo acogió en su casa como uno más de sus muchos hijos y Kurma empezó a llamarlo “papa Andrés”. Éste le cedió una parte de su terreno y lo animo para cultivar un pequeño campo de cacahuetes que más tarde le generaría un beneficio.

Mientras Kurma vivía todo esto, su hermano Ndengsi escogió volver a la calle. Su hueco es en la parada donde estacionan los autobuses que vienen de la capital, él los espera allí y cuando vienen se acerca a las ventanillas para pedir dinero en un plato metálico. En unos días la ropa limpia y nueva con la que salió del centro la había perdido o vendido y la había sustituido por una vestimenta típica de musulmán. Así fue olvidando hasta ir a su casa y volvió a encontrar un lugar donde dormir debajo de los autobuses. Sólo podíamos respetar su libertad de seguir allí… hasta el día que dejamos de respetarla y fuimos a buscarlo, pues el pequeño retraso mental de Ndegsi, unido a este tipo de vida le había hecho desorientarse totalmente.

Mirarlo ya daba un poco de asco, no le cabía más suciedad, el pelo crecido y los pies llenos de heridas de pasar el día corriendo detrás de un bus a otro. Era como un pequeño transeúnte. Nos dice que su ropa está en su casa y allí que vamos nosotros.¡Qué sorpresa! Una construcción circular con un hueco rectangular como puerta tapado con un trapo que se sostiene presionado por una piedra en el suelo. Lo descubre y allí ¡¡¡no había nada ni nadie!!!!

Sin nada que decir nos subimos de nuevo en el coche y nos venimos a Bayaka. Supimos directamente que su casa y su familia estaban entre nosotros.

Los días fueron pasando y a medida que Ndegsi recuperó sus comidas diarias, la higiene, los hábitos y sobre todo el cariño de la familia de “papa Andrés” este niño recuperó su sonrisa.

Gracias a gente como Andrés, Kurma y Ndegsi han pasado un verano en familia. Hoy están contentos y felices, totalmente estabilizados y convencidos de que Bayaka es una suerte en sus vidas.

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